Plaqueta de homenaje a la revolucionaria quiteña Manuela CAÑIZARES A. Centro Histórico de Quito (Foto: Pacho Nazar)
MB
46-DRH
MANBLAS
Nº 46-Documentos de Revisión Histórica
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ALZAMIENTOS PRE-REVOLUCIONARIOS DEL AÑO 1809 EN HISPANO-AMÉRICA:
III.
NUEVA GRANADA: QUITO
Pacho
Nazar
El primer alzamiento contra el
imperio español en sus colonias del Nuevo Mundo, no protagonizado
por Originarios, fue la Revolución de las Alcabalas en
1592, en la ciudad de Quito, sede de la Presidencia y Audiencia
homónima, dependiente del Virreinato de Nueva Granada. Fue un
movimiento promovido por comerciantes y artesanos, afectados por
impuestos aduaneros elevados, apoyado por el resto de la población.
Casi dos siglos después, en la segunda mitad del siglo XVIII,
estalló en la misma ciudad, también por No
Originarios, la Revolución de los Estancos
nuevamente contra aranceles impositivos onerosos. El siguiente
alzamiento anti-hispánico, en la Presidencia quiteña aconteció al
borde de los comienzos decadentes de ese imperio, en 1809 y fue el
tercero, de ese mismo año en el Continente, precedido por La Paz
(julio) y por Chuquisaca (mayo). Estos fueron los únicos tres
estallidos del año 1809 en Hispanoamérica.
¡Viva
el Rey!
En
todas las colonias españolas de América, los embriones insurgentes
encontraron
la coyuntura metropolitana, apropiada para
desvincularse de la dominación crónica,
en la invasión
napoleónica
a la Península Ibérica en 1807.
Napoleón BONAPARTE encarceló al Rey FERNANDO VII, designando a su
hermano José BONAPARTE al frente de todo el imperio atacado y
sometido. Los núcleos
criollos
revolucionarios
sudamericanos aprovecharon
la ausencia de autoridad real para desconocer la impuesta, por
espúrea y promover gobiernos nativos amparados en el reclamo a la
restitución
del Rey.
Con ese argumento estalló el alzamiento de Quito de 1809.
El
Movimiento del 10 de Agosto
Un grupo de pro-hombres
quiteños venían reuniéndose en la primera década del siglo
XIX en forma clandestina, primero en una iglesia de la ciudad y luego
en los altos de un residencia céntrica, a media cuadra de la Plaza
Grande (principal), arrendada por Doña Manuela CAÑIZARES
ÁLVAREZ. La víspera del alzamiento los revolucionarios pernoctaron
en esa casa, en la actualidad identificada por una plaqueta marmórea
en la que se exalta el coraje infundido por aquélla a los
protagonistas del movimiento. Al día siguiente los insurgentes
destituyeron al Presidente de la Real Audiencia de Quito,
Manuel de URRIÉS y conformaron una Junta de Gobierno,
presidida por Juan Pío MONTÚFAR1.
Seis días después, las autoridades criollas convalidaron lo actuado
desde el 10 de agosto hasta esa fecha en un Cabildo Abierto
reunido en el Convento de San Agustín, de la ciudad de Quito.
Notificaciones
y Reacciones
Los nuevos gobernantes
notificaron a los Virreyes de Nueva Granada y de Perú, a los
Gobernadores de Guayaquil y de Cuenca. El alzamiento quiteño no
cuajó en Guayaquil; menos aún habiendo caído prisioneros Vicente
ROCAFUERTE, quien posteriormente fuera Presidente de Ecuador y su tío
Jacinto BEJARANO (los únicos propuestos por MONTÚFAR para liderar
la insurrección) a manos del Gobernador de Guayaquil.
La reacción realista fue
inmediata, avanzando tropas desde Popayán al frente de su
Gobernador, en la Nueva Granada, hacia Quito.
Caída
de la Revolución
Los quiteños Juan ASCÁZUBI y
Manuel ZAMBRANO, al frente de tres mil criollos, partieron hacia
Pasto, al Sur de la Nueva Granada a neutralizar el avance godo. Al
Norte del Río Carchi, ASCÁZUBI fue derrotado en Sapuyes
y ZAMBRANO en Cumbal. El primero fue prisionero;
el segundo logró huir. MONTÚFAR despachó misiva al Puerto
Esmeraldas, de la costa Pacífica, para el Primer Ministro británico,
procurando apoyo.
Capitulación
y Restauración Realista
A poco más de dos meses del
alzamiento, el 24 de octubre de 1809 capitularon las
autoridades revolucionarias ante el nuevo Gobernador realista, el
Conde RUIZ de CASTILLA, quien disolvió la Junta de Gobierno y
restableció la Real Audiencia de Quito; la que dictó penas de
prisión y de muerte a treinta y dos insurrectos. A casi un año de
la Asonada, el 2 de agosto de 1810,
al tañido de las campanas
de la Catedral, una movilización popular en Quito
intentó liberar a los patriotas de su prisión: asaltó dos
cuarteles y una cárcel. RUIZ de CASTILLA había ordenado la
ejecución de los presos, que comenzó inmediatamente.
La masacre continuó con tres centenares de civiles
asesinados en las calles, seguida de saqueos en las
viviendas. Mujeres luchadoras brillaron apedreando y
espantando a una patrulla realista en dirección al Puente de
La Merced, perteneciente al Convento del mismo nombre, a metros
de la Plaza Sto. Domingo: una plaqueta sobre la calle que
conduce a ese Puente rememora, en la actualidad, la acción
revolucionaria femenina.
Minka, septiembre 2016
1La
denominación establecida por la Junta de Gobierno para tratamiento
de su Presidente fue Su Alteza Serenísima (SAS).
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