(Patagonia Norte, Argentina)
Pacho Nazar
Aquella
organización de segundo grado del Vecinalismo capitalino, la Federación de
Juntas Vecinales de la Ciudad de
Neuquén,
conformada a mediados de la década de los ‘80, con las fuerzas sumadas de los
veintisiete barrios, fue la que pudo liderar la resistencia ciudadana al
atropello inmobiliario, aliado a intereses dentro del Gobierno Provincial y del
Gobierno Municipal. Fue la que pudo aglutinar aquella repulsión subyacente en
la población local, que otras organizaciones civiles intentaban expresar. El conjunto
de las bases sociales movilizadas abatió el negociado mercantilista. Salvó de
sus garras depredadoras los emblemas arraigados de la Historia y de la Cultura
de un pueblo: el
Galpón de
Máquinas, donde dormían las locomotoras; el Tanque de Agua que saciaba la sed
de ellas; el dispositivo de inversión del sentido de marcha, que giraba
aquellas máquinas, gigantescas para las visiones infantiles de la Colonia
Ferroviaria;
el par de viviendas(1), sobreviviente de las topadoras mandadas por el
Gobernador de turno y las veinte hectáreas para el solaz de la población en el
mismo centro neurálgico de la Capital.
Embate contra la Cultura
Aquel
círculo, que todas las Playas de Maniobras ferroviarias del país tienen para que
giren, las locomotoras, cual inmensos títeres movidos por mágicos hilos
invisibles, fue reciclado con construcción de grandes escalones de cemento.
Por donde
ingresaban las locomotoras, el antiguo círculo quedó sin cerrar, de modo que el
resto, con las gradas construidas, se adecuó como Anfiteatro: allí tenían lugar
recitales, obras teatrales, actos culturales varios, durante dos docenas de
años.
Un mandatario
asentado en el Palacio Municipal, a meses de su tercer mandato, arreció contra
aquella realidad de música, teatro y poesía: un domingo de fines de abril de
2012, cual resaca de un sábado mal trasnochado, movilizó maquinarias viales y
obreros, costeados por el pueblo capitalino, sepultando con tierra, escombros y
saña, aquella sede cultural al aire libre.
Turbios Antecedentes
Durante el
primer gobierno del mismo destructor, el 14 de junio de 2003 había desaparecido
de un local bailable capitalino el estudiante de Ciencias Económicas Sergio
ÁVALOS. Aquel espacio empleaba personal retirado de las FFAA para seguridad
interna, sin contratación formal y sin autorización municipal para ello. Los
testimonios de las amistades del estudiante señalaron a ese personal “en negro”
como autor material. Esos jóvenes y sus familiares fueron amenazados
anónimamente hasta desalentarlos de continuar; algunos fueron imputados de
insania mental, con el propósito de invalidar sus declaraciones. La Justicia
institucional operó de la forma más evasiva posible. Las llamas de un incendio
muy llamativo en el Tribunal de Faltas Municipal, donde se procesaba la
irregularidad del personal, convirtieron en humo y cenizas el expediente
correspondiente. El agresor de la Cultura, responsable penal de estos delitos,
nunca tuvo juicio político, ni aun en sus tres mandatos posteriores.
Más Turbiedad Anti-Histórica
Semanas antes
de la barbarie sobre el Anfiteatro del Parque Central, el mismo mandatario
destructor ordenó remover obras alegóricas de la Historia Ciudadana creadas por
el Escultor Jorge MICHELOTTI. En el piso de una ancha vereda del Parque, los
transeúntes a su paso visualizaban las piezas cerámicas de su producción, que
referían nombres de los primeros docentes, profesionales, comerciantes, de la
novel Capital del Territorio Nacional del Neuquén de principios del siglo XX.
Otra escultura del mismo rememoraba el punto inicial de aquella Colonia Ferroviaria,
que había dado vida a la pequeña población de aquellos años.
El Pueblo al Rescate
Aquel domingo
de abril, aciago, sacudió a la población capitalina. El lunes inmediato sonaban
las primeras palas, picos y barretas, contra los escombros: los movían jóvenes
brazos, cuyas manos habían extraído sones musicales de los más variados
instrumentos, allí mismo, hasta pocos días antes. La sonoridad, entonces, arrancaba
de repentinos grupúsculos de batucadas y murgas, en torno a la periferia de los
escombros en remoción, que enervaba la efervescencia de la multitud rescatista.
Las fogatas para calentar pavas, ollas y cuerpos, arrojaban a la par luz
esperanzadora para los artistas movilizados impetuosamente. Pero no eran
solamente inertes bloques los extraídos; algo con vida estaba sobreviviendo y
hasta emitía su inconfundible sonido: un GATO de pelaje NEGRO fue alzado por
dos manos laboriosas. Asombró su supervivencia. Fue fotografiado y desde
entonces se convertiría en símbolo de la lucha pueblerina por su Historia.
El Alma de un Vecinalista Acompañando
Mientras las
piquetas golpeaban cada vez con más fuerza y las llamas de la esperanza se
renovaban continuamente, al otro lado de las vías ferroviarias los ex
militantes de la Federación de Juntas Vecinales de la Ciudad de Neuquén, autoconvocados,
rendían homenaje a su carismático líder el “Turco” Ramón Antonio JURE, que
había dejado su existencia terrenal seis meses atrás y, sin imaginarlo, en
forma invisible, estaba insuflando fuerzas a los protagonistas de una
“pueblada”, suerte de heredera de las resistencias vecinalistas de los ‘80 del
siglo XX.
Neuquén,
octubre de 2020
(1) Único par existente de la ex Colonia Ferroviaria, reciclado y convertido en Museo Paraje Confluencia, en la calle Independencia en su intersección con la Diagonal 25 de Mayo, de la Ciudad de Neuquén.
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