ONG MANBLAS

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16 sept 2016

MB 41 CIUDADANOS POR SU IDENTIDAD: EL PARQUE CENTRAL DE NEUQUÉN. (3ª NOTA)

Rescatan un Gato Negro entre los escombros. Anfiteatro parque central, Neuquén.

Tanque de agua y galpón (foto Diario Río Negro)

(Patagonia Norte, Argentina)

Pacho Nazar

Aquella organización de segundo grado del Vecinalismo capitalino, la Federación de Juntas Vecinales de la Ciudad de

Neuquén, conformada a mediados de la década de los ‘80, con las fuerzas sumadas de los veintisiete barrios, fue la que pudo liderar la resistencia ciudadana al atropello inmobiliario, aliado a intereses dentro del Gobierno Provincial y del Gobierno Municipal. Fue la que pudo aglutinar aquella repulsión subyacente en la población local, que otras organizaciones civiles intentaban expresar. El conjunto de las bases sociales movilizadas abatió el negociado mercantilista. Salvó de sus garras depredadoras los emblemas arraigados de la Historia y de la Cultura de un pueblo: el

Galpón de Máquinas, donde dormían las locomotoras; el Tanque de Agua que saciaba la sed de ellas; el dispositivo de inversión del sentido de marcha, que giraba aquellas máquinas, gigantescas para las visiones infantiles de la Colonia

Ferroviaria; el par de viviendas(1), sobreviviente de las topadoras mandadas por el Gobernador de turno y las veinte hectáreas para el solaz de la población en el mismo centro neurálgico de la Capital.

Embate contra la Cultura

Aquel círculo, que todas las Playas de Maniobras ferroviarias del país tienen para que giren, las locomotoras, cual inmensos títeres movidos por mágicos hilos invisibles, fue reciclado con construcción de grandes escalones de cemento.

Por donde ingresaban las locomotoras, el antiguo círculo quedó sin cerrar, de modo que el resto, con las gradas construidas, se adecuó como Anfiteatro: allí tenían lugar recitales, obras teatrales, actos culturales varios, durante dos docenas de años.

Un mandatario asentado en el Palacio Municipal, a meses de su tercer mandato, arreció contra aquella realidad de música, teatro y poesía: un domingo de fines de abril de 2012, cual resaca de un sábado mal trasnochado, movilizó maquinarias viales y obreros, costeados por el pueblo capitalino, sepultando con tierra, escombros y saña, aquella sede cultural al aire libre.

Turbios Antecedentes

Durante el primer gobierno del mismo destructor, el 14 de junio de 2003 había desaparecido de un local bailable capitalino el estudiante de Ciencias Económicas Sergio ÁVALOS. Aquel espacio empleaba personal retirado de las FFAA para seguridad interna, sin contratación formal y sin autorización municipal para ello. Los testimonios de las amistades del estudiante señalaron a ese personal “en negro” como autor material. Esos jóvenes y sus familiares fueron amenazados anónimamente hasta desalentarlos de continuar; algunos fueron imputados de insania mental, con el propósito de invalidar sus declaraciones. La Justicia institucional operó de la forma más evasiva posible. Las llamas de un incendio muy llamativo en el Tribunal de Faltas Municipal, donde se procesaba la irregularidad del personal, convirtieron en humo y cenizas el expediente correspondiente. El agresor de la Cultura, responsable penal de estos delitos, nunca tuvo juicio político, ni aun en sus tres mandatos posteriores.

Más Turbiedad Anti-Histórica

Semanas antes de la barbarie sobre el Anfiteatro del Parque Central, el mismo mandatario destructor ordenó remover obras alegóricas de la Historia Ciudadana creadas por el Escultor Jorge MICHELOTTI. En el piso de una ancha vereda del Parque, los transeúntes a su paso visualizaban las piezas cerámicas de su producción, que referían nombres de los primeros docentes, profesionales, comerciantes, de la novel Capital del Territorio Nacional del Neuquén de principios del siglo XX. Otra escultura del mismo rememoraba el punto inicial de aquella Colonia Ferroviaria, que había dado vida a la pequeña población de aquellos años.

El Pueblo al Rescate

Aquel domingo de abril, aciago, sacudió a la población capitalina. El lunes inmediato sonaban las primeras palas, picos y barretas, contra los escombros: los movían jóvenes brazos, cuyas manos habían extraído sones musicales de los más variados instrumentos, allí mismo, hasta pocos días antes. La sonoridad, entonces, arrancaba de repentinos grupúsculos de batucadas y murgas, en torno a la periferia de los escombros en remoción, que enervaba la efervescencia de la multitud rescatista. Las fogatas para calentar pavas, ollas y cuerpos, arrojaban a la par luz esperanzadora para los artistas movilizados impetuosamente. Pero no eran solamente inertes bloques los extraídos; algo con vida estaba sobreviviendo y hasta emitía su inconfundible sonido: un GATO de pelaje NEGRO fue alzado por dos manos laboriosas. Asombró su supervivencia. Fue fotografiado y desde entonces se convertiría en símbolo de la lucha pueblerina por su Historia.

El Alma de un Vecinalista Acompañando

Mientras las piquetas golpeaban cada vez con más fuerza y las llamas de la esperanza se renovaban continuamente, al otro lado de las vías ferroviarias los ex militantes de la Federación de Juntas Vecinales de la Ciudad de Neuquén, autoconvocados, rendían homenaje a su carismático líder el “Turco” Ramón Antonio JURE, que había dejado su existencia terrenal seis meses atrás y, sin imaginarlo, en forma invisible, estaba insuflando fuerzas a los protagonistas de una “pueblada”, suerte de heredera de las resistencias vecinalistas de los ‘80 del siglo XX.

Neuquén, octubre de 2020

(1) Único par existente de la ex Colonia Ferroviaria, reciclado y convertido en Museo Paraje Confluencia, en la calle Independencia en su intersección con la Diagonal 25 de Mayo, de la Ciudad de Neuquén.


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