M.B.Nº 08
MANBLAS DCC Documentos de Cimientos Culturales
Pacho Nazar
Foto Pacho Nazar
Aquellas Sierras del Norte de la actual Provincia de Córdoba se elevaron sobre el nivel del mar en la Era Paleozoica, unos trescientos millones de años antes que existiera su ciudad Capital, distante un centenar de kilómetros al sur del sistema orográfico. Muy recientemente en la escala geológica, unos diez mil años atrás, los grupos étnicos, que los españoles bautizaron Comechingones y Sanavirones, comenzaron a dejar sus señales pictóricas sobre las paredes de cuevas naturales, llamadas localmente alerones. En tiempos de la colonia, hombres blancos asentaron una posta en el Valle de Tulumba sobre el Camino Real entre el Río de la Plata y el Alto Perú. Varios siglos después diferencias intestinas en el Federalismo de las Provincias Unidas de Sudamérica derivaron en el asesinato de un caudillo riojano. Contemporáneamente, una anciana, alegre y bailarina bajo los talas nativos inspiró la composición de una ya clásica chacarera. Así se gestó la Tulumba de nuestros días.
Los Primeros Pobladores
Cazadores de fauna silvestre, recolectores de frutos del monte, alfareros pacíficos, artistas plásticos de los muros naturales, aquellos habitantes ágrafos fueron invadidos en nombre de un remoto Rey, evangelizados en nombre de una ajena deidad, contagiados por desconocidos agentes infecciosos, casi exterminados por enfermedades, inanición y maltrato: supuestamente, “civilizados”. Toda su existencia precolombina y su posterior esclavitud quedaron documentadas sobre las areniscas sedimentarias del Paleozoico, en alerones , mediante expresivas pictografías en colores.
La Posta Colonial
A comienzos del siglo XVI se asentaron las instalaciones que sostenían el descanso de comerciantes y cabalgaduras sobre el Camino Real en el Valle de Tulumba, lo que la convirtió en un centro económico de la Intendencia de Córdoba del Tucumán durante trescientos años coloniales. En 1803, bajo la reorganización territorial de los Borbones, el Rey Carlos IV decretó la creación oficial de la Villa del Valle de Tulumba. Ya para entonces artesanos indígenas de las misiones jesuíticas paraguayas habían confeccionado el magnífico tabernáculo de la iglesia Nuestra Señora del Rosario, con cedro de aquella región, revestido de láminas de oro, que había sido transportado a la antigua capilla de Tulumba, hoy semi demolida por el paso del tiempo; pero reglamentada su restauración por las autoridades locales, junto a la actual iglesia; que fue construida al lado de la anterior en 1892 y sacralizada en 1894. Un Cristo articulado permite a los feligreses observarlo en sus distintas actitudes durante el Calvario, en la sacristía del templo bajo la advocación de la Patrona de la localidad: Virgen del Rosario.
Granaderos y Caudillos
Foto Pacho Nazar
Cuando el Gral. San Martín convocó a los hombres libertarios de la naciente República a alistarse en el flamante Cuerpo de Granaderos, a su regreso de España en 1812, el tulumbano José Márquez acudió y combatió como soldado en San Lorenzo: cayó por la independencia del continente aquel 3 de febrero de 1813 cerca del Río Paraná. El nombre de la plaza central de Tulumba Granadero José Márquez lo ha inmortalizado. Las lides posteriores entre Unitarios, más ligados a la Europa decimonónica neo-colonial que a la conformación de un Estado soberano y Federales, protectores de la economía sudamericana independiente basada en las poblaciones criollas, envolvieron a valerosos revolucionarios en crímenes como el de Facundo Quiroga; asestado en el paraje Barranca Yaco en 1835 por los tulumbanos Reynafé, pertenecientes a una antigua familia lugareña, cuya casona aún se conserva en el casco céntrico. Yo…( )… /no he de soltar la vida en estos pedregales, escribió Borges en 1925 en su “El General Quiroga Va en Coche al Muere”, imaginando los minutos finales del caudillo.
Casa de la Familia Reynafe
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Hito Folklórico
Una visita de Carlos Di Fulvio a Tulumba, a comienzos de la década del ’70, generó una guitarreada entre amistades lugareñas, a la que asistió la paisana Doña Dominga; movilizada por aquel llamado sonoro que el músico cordobés caracterizó inconfundiblemente: … la guitarra en el monte convoca… La danza de aquella anciana querida (ésa es mi abuela se saben decir/los changos del monte cuantito la ven), sostenida durante horas, con coreografía de su exclusiva creación instantánea ajena a toda ortodoxia académica, dio por resultado la composición de la célebre pieza Campo Afuera. Doña Dominga falleció: símbolo folklórico de Tulumba, personaje criollo de la Argentina telúrica, ninguna mención pública la recuerda, ni si quiera en el cementerio local, donde su féretro no pudo permanecer por la falta de pago del arancel municipal.
Foto Pacho Nazar
Con igual relevancia que al Granadero Márquez, se recuerda todos los 2 de abril y todos los 2 de mayo al Suboficial 1° Mario Enrique Flores, tulumbano inmolado en el trágico hundimiento del Crucero ARA Gral. Belgrano durante el conflicto bélico del Atlántico Sur. Su hijo Mario y su esposa integran en la ciudad de Neuquén, donde residen desde hace una década, la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas.
Trescientos años de sometimiento colonial, inmerso en sangre el Federalismo sin haber doblegado al Unitarismo anglófilo agroexportador, capitulación argentina ante las fuerzas de ocupación británicas en los archipiélagos australes, olvidados los indígenas que apoyaron al Ejército de los Andes, que contribuyeron a la defensa de Buenos Aires ante las dos Invasiones Inglesas… tal vez sea conducente recordar los versos de ese Embajador de Tulumba, sin cartera, Carlos Di Fulvio, en homenaje musical al gaucho charrúa Antonio Rivero y su puñado de valientes que retomaron la Gobernación de Malvinas en 1833 en el silencio más absoluto de la
Historia Oficial: Al gaucho Antonio Rivero/convoco del infinito/ y mi gargantagolpea/rompiendo luz en el grito.
Foto Pacho Nazar
Link de Youtube con audio:
https://www.youtube.com/watch?v=qmLcdV5tyJs
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