MB Nº 5-DRP
MANBLAS Nº 5-Documentos de Realidad Política
LA PAZ SOCIAL DE
CUARENTA Y CINCO AÑOS
DE GOBIERNO “FEDERALISTA” EN EL NEUQUÉN
Recopilación de Testimonios del Salvaje Fusilamiento del
Profesor de Enseñanza Media Carlos Alberto Fuentealba en la
Ruta Nacional 22, Paraje Arroyito, Neuquén, Patagonia Norte,
el Trágico 4 de abril de 2007
Pacho Nazar
Seiscientos educadores se desplazaban sobre la banquina de Ruta Nacional 22, rumbo a la cercana Senillosa; cuarenta y cinco kilómetros a occidente de la Capital del Neuquén, en el norte de la Patagonia; tras haber desistido de alcanzar la transitada bifurcación vial de la 22 con la Ruta Nacional 237.
La decisión de obstruir el tránsito vehicular, escasamente a oriente de aquella apertura, había sido tomada por el Plenario de Delegados de Seccionales del sindicato docente provincial el 2 de abril, coincidentemente Día de la Soberanía Nacional en el Atlántico Sur; Seccionales, que en número de diecinueve agremian a trabajadores del pizarrón de todo su territorio.
La regresión de la multitud había sido provocada por la Unidad Especial de la Policía (UESPO) provincial; grupo de seguridad de agresivo equipamiento y consecuente accionar; que, fuertemente pertrechado, interrumpió la circulación en el mismo punto de la Ruta 22 determinado por el Plenario gremial, pero con antelación a éste: Arroyito.
El tránsito estaba cortado, en Ruta 22, desde primera hora de la jornada por la UESPO; tanto al salir de Senillosa para San Carlos de Bariloche como en la citada apertura carretera.
Cuando la caravana de educadores inició su avance hacia Arroyito, poco después de 8.00 hs, desde Senillosa, donde estaban concentrados, la circulación vehicular ya estaba interrumpida.
Chalecos antibalas, cascos, escudos contra proyectiles, visores en los cascos, uniformes negros exhiben las huestes policiales. Un docente de la marcha comentó que un total anonimato guardaba a los únicos que cortaron la Ruta 22.
Los educadores, a los que se habían sumado estudiantes universitarios y secundarios, observaron en terreno al Oficial Jefe del Operativo policial de corte de tránsito; al Comisario Jefe de la Policía, máxima autoridad provincial de la Fuerza del Desorden, que debía ser lo contrario; al Subsecretario de Seguridad del Neuquén, civil y educador de profesión.
La Sra. Ministro de Trabajo y Seguridad de la Provincia se encontraba de licencia oficial; subrrogándola el Ministro Jefe de Gabinete neuquino, civil sin profesión terciaria.
El Gobernador, de igual nivel de educación que su Ministro Jefe, en ejercicio de su tercer mandato discontinuo y segundo consecutivo, había manifestado un mes atrás, en protocolar acto público, que él prefería rodearse de funcionarios provinciales proclives a vender sus voluntades que de otros honestos y dignos, pero de enormes testículos.
La reunión de los manifestantes en Senillosa se había organizado la víspera del 4. Vituallas, alimentos, locomoción, comunicaciones, quedaron acabadamente preparadas para una pacífica jornada de reclamos.
Todo en Paz
Era la media mañana de un soleado día otoñal del Alto Valle del Río Negro y Neuquén; región de chacras frutícolas, circundadas de alamedas, regadas por los caudalosos Ríos Limay, Neuquén y Negro.
En el reclamo gremial, que insumía por entonces el mes de duración, se acababa de perder la posibilidad de coerción al empleador estatal mediante interrupción del desplazamiento carretero en el turístico tiempo de Semana Santa. Tal desplazamiento ya estaba impedido por la milicia policial.
La Ruta 237 conduce a las conocidas San Carlos de Bariloche, Villa La Angostura y San Martín de los Andes, a continuación de su apertura de la 22; destinos por demás visitados por los residentes del mismo Alto Valle, por habitantes de la restante Patagonia y de otras regiones argentinas.
La 22, por su parte, vincula la totalidad del Valle del Río Negro, Patagonia Septentrional, con el centro y norte del Neuquén; permitiendo traspasar la longilínea Cordillera de los Andes hacia el Chile austral.
Lo Inesperado
Hacia media mañana del 4 de abril, caminantes y pasajeros de rodados manifestantes, que proseguían su retroceso por ambas banquinas hacia la próxima Senillosa, percibieron inequívocamente una repentina presión represiva, cuando furgones policiales presurosos se adelantaron desde retaguardia de la caravana, en evidente maniobra de cierre de su avance.
El cambio de comportamiento de la fuerza fue evidente e imposible de ser operado sin una orden superior.
La cinta asfáltica estuvo en todo momento ocupada por vehículos policiales; de manera que el retroceso multitudinario y resignado se operaba sobre banquinas.
Las líneas de la UESPO de retaguardia, bloqueando un eventual escape humano hacia el Oeste, abrieron fuego de granadas lacrimógenas de mano y de pistolas lanzagranadas hacia la manifestación caminante a marcha lenta. A vanguardia de la procesión en retirada, una prolongada hilera de doscientos vehículos turistas yacía detenida, a la espera que la UESPO habilitara su prosecución; ocluyendo, al mismo tiempo, una fuga hacia el Este.
Banquinas y terrenos públicos hasta alambrados privados continuaban obstruidos por la fuerza policial. La cacería de personas se había desatado.
A Campo Traviesa
Educadores y estudiantes, al borde de asfixia dentro de la densa humareda lacrimógena, abandonaban vehículos.
Bajo el oscuro manto gaseoso, que desdibujaba el trazado de la Ruta 22, ya todos a pie, trotaban, con torpeza para eludir arbustos patagónicos, hacia los alambrados de uno y otro lado.
Cual malévolo certamen policial de puntería a objetivos de carne y hueso, los efectivos intentaban alcanzar con balas de goma a los que el Estado Argentino había formado para educar, antes o después de su desesperado salto de alambradas.
Las escopetas ITAKA estuvieron dirigidas por los cazadores a las humanidades en fuga; no, hacia el piso, destino previsto por los fabricantes del arma para sus balas de goma.
Sin Parapeto
Algunos perseguidos creyeron hallar refugio en la estación de servicio del Paraje Arroyito.
Las balas de goma tanto cruzaron zumbando la playa de abastecimiento de combustible como rebotaron indefinidamente contra sus surtidores; parapetados detrás de los cuales algunos docentes recordaban la paz de sus aulas.
Cual pomo de niño en carnaval, el carro hidrante de la UESPO alcanzaba con su desorientado chorro a vehículos desocupados, detenidos en las banquinas, de educadores fugados de los gases tóxicos; sospechando quizás que las máquinas sin personas pudiesen reaccionar a una represión.
A manera de canes, amaestrados a perseguir personas en carrera, los efectivos policiales no distraían su esfuerzo ni las balas de sus ITAKA en docentes, que resignadamente proseguían, a pie incansable, a Senillosa sobre las banquinas: la cacería cobraba sentido tras seres en desesperado y pavoroso escape.
Entonces, aliviados de la presión represiva, algunos manifestantes retomaban sus vehículos abandonados y se desplazaban lentamente, alzando a compañeros a pie, hasta la subsiguiente interrupción de tránsito por la UESPO, acompañada de lanzamiento de gases.
Se repetía la amenaza de asfixia; se repetía el abandono de automóviles; se reanudaba la fuga en busca de oxígeno.
El caos generado por las fuerzas “del orden” tocaba su punto culminante: vehículos policiales descendían a las banquinas, vehículos docentes ascendían al pavimento, el humo lacrimógeno envolvía el escenario dantesco.
Sin Mandos
Un educador apreció que los efectivos estaban operando fuera de la cadena de mandos, que inexorablemente debe mantenerse en todo cuerpo de seguridad, estimulados por bestiales instintos desatados.
Una de las numerosas detenciones de automotores de la caravana manifestante fue seguida del inmediato abandono de sus siete ocupantes, en pos de aire puro, hacia el Río Limay, al Sur de la Ruta Nacional 22.
Tres desbocados, uniformados de cazadores, los persiguieron disparando a los siete cuerpos en fuga balas de sus ITAKA. En alocada maniobra, un agente de civil descendió de su automotor, apuntó decididamente al conjunto de bestezuelas en carrera tras sus presas y descargó los catorce proyectiles de plomo de nueve milímetros, admitidos por su cargador.
Tal vez el alienado policía confió en el rechazo de los chalecos antibalas de sus colegas “del orden” y destinó su plomo a las ulteriores siete presas de cacería.
Las acciones irracionales se sucedieron. Varias tandas de granadas arrojadas fueron apagadas por chorros del hidrante. Pistolas lanzagranadas se disparaban horizontalmente, sabiendo sus operadores que están diseñadas para tiro parabólico y que un impacto directo las convierte en armas letales. Por entonces, las acciones irracionales ya eran mortales.
Cual cruento entretenimiento policial, dos uniformados hicieron puntería, intentando embocar granadas de mano a la ventanilla abierta de un automotor manifestante en su lenta retirada de Arroyito. Afortunadamente, su puntería fue pésima.
Turistas Desprevenidos
Dos horas y media de lenta marcha, bajo el infierno comandado por los agentes “del orden”. La caravana pacífica retrocedente arribó al corte de ruta policial en las afueras de Senillosa.
Allí aguardaban los turistas detenidos por el operativo policial, que tomaban inocentemente fotografías y filmaban el lamentable espectáculo persecutorio.
Dos rodados manifestantes, marca FIAT del mismo modelo, se desplazaban a escasa distancia uno del otro; casi apareados.
El que avanzaba relativamente adelantado, había sido abordado recién por el Prof. Carlos Alberto Fuentealba; quien había tomado asiento posterior del mismo.
El que lo hacía relativamente retrasado, conducía, entre otros, al Secretario General del gremio docente del Neuquen.
Un grito uniformado rasgó el aire tenso, indicando la detención de uno de los automotores de igual marca.
El coche señalado por el grito se detuvo tras otro, que le obstruyó el paso. Su par ladero quedó quieto, ligeramente por detrás.
El movimiento del criminal uniformado fue decidido. Caminó, desde atrás, hasta el más adelantado del par de autos semejantes. Disparó la granada lacrimógena a su luneta trasera, que estalló al impacto, liberando la trayectoria del proyectil al ocupante más cercano.
Fracción de segundo antes de recibir el explosivo en su nuca, el Profesor Fuentealba torció levemente la cabeza hacia su izquierda y tomó vista de su fusilador.
Tras el lanzamiento del proyectil mortal, el asesino bajó inmediatamente la visera de acrílico de su casco; pero no dejó de percibir los desesperados gritos condenatorios de la docente más cercana sobre la calzada, hacia su brutal actitud homicida.
Del vehículo del fusilado se lanzaron al exterior sus restantes ocupantes, urgidos por una inminente asfixia. El que viajaba en el asiento acompañante del conductor emprendió carrera hacia vanguardia. Conductor y restante integrante cayeron autoimpelidos al pavimento.
Alguien completó la rotura de la luneta trasera para remover el cuerpo sangrante del Profesor; depositándolo sobre la cinta asfáltica, que se fue tiñendo progresivamente de rojo.
Cual si pretendiera diluir aquella creciente mancha asesina, agua de un camión hidrante cayó sobre su cabeza, ya dislocada.
Desde autos adelantados y atrasados, respecto del agredido, algunos de sus ocupantes creían observar humo de un presunto desperfecto mecánico; no imaginando su procedencia de una granada disparada a su interior.
Los docentes circundantes no dejaron de escuchar risas y burlas de aquellos uniformados, que habían perdido sus mandos naturales, su razón, su decoro, su ética, su sentido común.
Una jovencita, testigo cercana de la tragedia, dudó si aquel grito tajante de detención y el inmediato disparo asesino no estarían destinados al otro FIAT; aquel que conducía al Secretario General del gremio.
Asistencia Lenta
En medio de la parafernalia, que ningún educador había votado en asamblea ni soñado en el más febril de los delirios, se pidió telefónicamente una ambulancia.
El móvil sanitario partió de la Capital provincial, donde se encuentra su hospital central y fue detenido por la UESPO en uno de sus numerosos puestos de control, al occidente de Senillosa.
La ambulancia insumió una hora y media en hacer llegar el cuerpo malherido del Profesor al quirófano del hospital central.
El episodio trágico, instruido sin orden formal por la máxima autoridad, se había consumado.
Una jovencita educadora opinó que la granada portaba un destinatario: el nombre y apellido del Secretario General del sindicato, transportado en el vecino rodado de igual marca y modelo. Aquella similitud y la proximidad de autos semejantes distrajeron al criminal y el nombre y apellido originales fueron permutados por Carlos Alberto Fuentealba.
1962 – 4 de junio – 2007
Todo comenzó cuando el Movimiento Nacional Justicialista (MNJ) estaba proscripto: eran posibles expresiones políticas de diferentes denominaciones; que no incluyeran a los perseguidos por las fracciones militares golpistas en 1955 y que retenían el poder.
Los fundadores de la agrupación neuquina eligieron día de creación el 4 de junio, como una identidad más con el Justicialismo: la misma fecha del año 1943, el Grupo de Oficiales Unidos (GOU) había puesto fin a casi 13 años de Década Infame; la misma fecha del año 1946, el triunfante MNJ en las urnas del 24 de febrero previo, asumía su primer gobierno nacional.
La identidad simbólica justicialista fue mantenida durante los largos 18 años de proscripción y exilio de su líder; no así el reconocimiento real a su vigente conducción política.
Levantada la veda en 1972, el fundador de la corriente provincial orientó a sus seguidores, siempre esencialmente peronistas, a optar por el “Federalismo” antes que por el “Verticalismo”.
La tendencia “federalista”, inaugurada aquel ’72, consolidaba un personalismo; que se fue apartando progresivamente del origen justicialista, para generar crecientes estructuras, institucionales y no institucionales, favoreciendo siempre a un entorno familiar gobernante.
En la década de los ’80, la cúpula partidaria provincial prosiguió levantando ante sus acólitos los símbolos justicialistas, entonando la Marcha histórica en sus convenciones.
Mas en el decisivo momento político de definir los candidatos electorales, se manifestaba públicamente la imposibilidad de optar por los justicialistas; puesto que nunca eran representativos de la voluntad “federalista” de los neuquinos.
Acompañado de desapariciones físicas de personas, de crímenes políticos no esclarecidos, el régimen autocrático se fue fortaleciendo de hecho.
En lo institucional, aquel fortalecimiento avanzó comprando monetariamente voluntades, opuestas formalmente al poder pero proclives a modificar su parecer; creando compromisos materiales; endeudando a terceros mediante favores: en definitiva, construyendo genuinas bases de clientelismo.
Tanta perseverancia por su futuro material otorgó a la cúpula dirigente emepenista mayoría propia en la “Honorable” Legislatura Provincial (HLP). Al aprobar sus diputados, mecánicamente, toda iniciativa del Poder Ejecutivo, el bloque legislativo pasó a constituirse en mayoría automática.
Identidad tan sólida del Ejecutivo con el Legislativo no podía menos que conducir tan democrática paridad hacia la prostitución total del Principio de Independencia de los Tres Poderes del Estado; designando jueces muy coincidentes en salvar a la dirigencia “federalista” de toda mácula mal intencionada, proveniente de adversarios políticos: el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) quedó consagrado como Corte Adicta (al poder político).
Aún así, en 2002 faltaba un voto legislativo para renovar la Corte Adicta; voluntad que pretendió adquirirse a buen precio, pero sufrió el revés de una inesperada cámara oculta. Estalló entonces el ESCÁNDALO DE LAS TERNAS, que fue archivado, en 2003, por un juez adicto (Dr. Velasco Copello) “por falta de méritos”.
En la última sesión del mes de junio 2007, la mayoría automática de la HLP desestimó el juicio político al Gobernador del Neuquén. El crimen del Profesor está convalidado. Ninguna autoridad política provincial está sospechada de responsabilidad alguna por la cacería humana en Arroyito el 4 de abril de 2007.
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