DOCUMENTO FUNDACIONAL
El MOVIMIENTO de ARTICULACION NO colonialista de BASES LATINOAMERICANAS SOCIALES (MANBLAS) fue fundado el 2 de abril de 2004.
La coincidencia de nacimiento con un aniversario de la Reconquista Argentina de los Archipiélagos del Atlántico Sur fue elegida para destacar, en la Organización, el significado de la gesta anticolonialista; que condujo al pueblo argentino, más allá de la circunstancial Dictadura Militar, a constituirse en la primera Nación del Continente que arrebató al Imperio Anglo-Estadounidense un territorio usurpado, emblema del oprobioso neocolonialismo universal; aún tristemente vigente.
Pero la Organización entiende que la Batalla del Atlántico Sur no ha sido otra cosa que una avanzada, destacada por cierto, del vasto movimiento emancipador; que los pueblos de América Latina vienen protagonizando poco después de haber roto sus cadenas con los imperios ibéricos, ya decadentes en los albores del siglo XIX.
Aquella prolongada lucha antiimperialista reconoce una diversidad de manifestaciones revolucionarias; eclosionadas en diferentes momentos históricos, a lo largo y lo ancho de la dilatada geografía latinoamericana; ninguna menos significativa que otras y todas y cada una, habiendo hincado mojones de liberación, posterior a las primeras décadas del siglo XIX, en la Patria común de Bolívar, de San Martín, de Artigas, de O’Higgins, de Zapata, de Sandino, de Guevara.
Los Pueblos Originarios del Continente, usurpados por los Imperios de ultramar, saqueados por el salvaje mercantilismo del Occidente Cristiano, aliados de las guerras independentistas, nuevamente marginados y nuevamente usurpados por las oligarquías nativas mandatarias del Neocolonialismo contemporáneo, retornan desde su pedestal irredento a protagonizar la liberación definitiva.
Liberación, que, en la concepción de la Organización, será acompañada por la multitud de entidades y comunidades del Continente avasalladas por los grupos de poder, inevitablemente ligados a intereses transnacionales.
MANBLAS compone aquella multitud latinoamericana; incidiendo a nivel horizontal para conformar una gigantesca red social antiimperialista; nutrida de las poderosas e inquebrantables iniciativas y acciones propias de los pueblos invencibles, imbuidos de indestructible fe en su venturoso destino.
La adhesión y el apoyo de MANBLAS a cualquier entidad física y/o jurídica, agrupamiento, comunidad, corriente sectorial, grupo étnico, partido o movimiento político, no requiere más que su pertenencia al ancho campo de la marginación y/o de la postergación, histórica, actual o ambas, por parte de minorías dominantes; aliadas éstas o no a imperios de turno o a empresas transnacionales.
La identidad de aquellos grupos puede ser real o formal; no siendo la formalidad un requisito excluyente para la concurrencia de MANBLAS con sus metas u objetivos.
En Argentina coexisten dos ejes vertebradores de las fuerzas de liberación contemporánea: la comunidad de ex combatientes del Atlántico Sur y los Pueblos Originarios preexistentes al Estado Nacional.
Los que, de una u otra forma, estuvieron en suelo malvinense, en suelo georgiano (Islas Georgias del Sur) o en el continente durante la gesta de Reconquista de 1982, han podido afianzar la imagen hipócrita y filibustera de la alianza anglo-estadounidense y la acción neocolonizadora postbélica de la misma.
Los Pueblos Originarios, distribuidos a lo largo y ancho del continente precolombino, sobrevivieron al sable lusitano/español y a la cruz cristiana; resistiendo históricamente a identificarse con lengua, religión y símbolos de naciones, conformadas a semejanza de democracias formales europeas; naciones que, en la mayoría de los casos operaron un segundo genocidio y usurpación territorial por medio de sus ejércitos convencionales.
El eje vertebrador en el resto de América Latina es el de los Pueblos Originarios, cuyas poblaciones al s. XXI alcanzan proporciones variadas de la totalidad de habitantes de las distintas naciones.
Es indudable que los Pueblos Originarios no puedan reconocer a Estados, que se conformaron oportunamente sin consultarlos ni integrarlos y, por el contrario, se encargaron de masacrarlos, hasta el exterminio en algunos casos (Selk’nam, Alacalufes, Yaganes, Aoni-kenk, Quilmes, Diaguitas, Querandíes, Charrúas) o hasta diezmarlos en otros (Mapuce, Ranqueles, Qom, Mocovíes, Aymaras, Incas).
En todos los casos, los Estados nacionales operaron a través de sus ejércitos, que se convirtieron en verdaderos ejércitos de ocupación (Conquista del Desierto en la Argentina; Pacificación de la Araucanía en Chile); a través de grupos oligárquicos, enquistados en el poder (terratenientes de la Patagonia argentina) o mediante una conjunción oligárquico-militar.
Por lo general, las aristocracias entronizadas en el poder de los Estados nacionales estuvieron ligadas por lazos familiares, tanto de sangre como políticos, a la oficialidad de sus ejércitos. De esta manera, las FFAA ejecutaron los mandatos de aquellas élites.
Las oligarquías nativas estuvieron históricamente aliadas al Imperio
inglés, mediante sólidos lazos comerciales. De esta forma, aquel Imperio y su
sucedáneo EEUU de Norteamérica, fueron re-colonizando toda América Latina sin
necesidad de invadirla; como habían intentado burdamente en diferentes
ocasiones durante el s. XIX.
CONCEPCIÓN FILOSÓFICA
Un Movimiento es una organización amplia, numéricamente e ideológicamente.
No hay encuadramiento a una estructura formal determinada; aunque alguna o algunas de sus fracciones puedan formar parte de organizaciones gremiales, empresariales, partidarias, mutualistas, cooperativas, vecinales, barriales, comunitarias, educativas.
Cuando la burguesía tomó el poder en la Revolución Francesa, en 1789, encuadró a los sectores sociales de la realidad de Occidente en estructuras acordes al nuevo orden económico, que ella necesitaba para su propia evolución. De esa manera nacieron los partidos políticos y los sindicatos.
Los partidos estaban destinados a canalizar el desarrollo de la propia burguesía, a través de las estructuras del Estado contemporáneo: los tres poderes independientes.
Los sindicatos agrupaban a la mano de obra dispersa de la industria, naciente tras la Revolución Industrial; de modo que fuesen las estructuras orgánicas permitidas para encauzar sus reclamos y relacionarse con el empresariado.
El Estado demoliberal burgués acomodó en estructuras los sectores sociales, que serían protagonistas de su propio crecimiento y consolidación.
Los casi dos siglos y medio, que están corriendo de régimen institucional demoliberal burgués, han probado palmariamente las limitaciones de aquellas estructuras consagradas en 1789.
Un Movimiento puede componer algunas de aquellas estructuras, pero las excede holgadamente; contando con parcialidades que marchan y evolucionan eludiendo aquellas limitaciones; desarrollándose al margen de encuadramientos esquemáticos. Lo cual no significa que un Movimiento es inorgánico, sino todo lo contrario.
La Articulación busca la interconexión informal de sectores sociales, en pugna actual o histórica con grupos de poder de distinto rango: oligarquías nativas, gobiernos distorsionados, fuerzas militares de ocupación, organizaciones clandestinas ilegales (narcotráfico, trata de personas, tráfico de órganos, tráfico de bebes, desarmaderos de vehículos), imperios, alianzas imperiales.
No es vinculante ni tampoco es orgánica. Las entidades que se articulan no se comprometen unas a otras en obligaciones recíprocas; sino que los compromisos emanan de las propias necesidades y propósitos de cada una en pos de sus fines comunes.
De la articulación no surgen estructuras formales; cada entidad, cada sector, cada comunidad, mantiene su intrínseco orden y estructura orgánica y tan sólo sube un nivel en la escala vertical de la organización social y pasa a comunicarse interactivamente con sus pares.
Se impone la necesidad de nueva liberación desde el momento que América Latina sufrió Neocolonización.
Las emancipaciones de comienzos del s. XIX, de carácter político, fueron sucedidas en las décadas subsiguientes de persistentes y a veces violentas, intrusiones comerciales y crediticias de la Europa, aceptadas y gestionadas de común acuerdo por las oligarquías nacionales.
Aquel proceso de recolonización fue progresivo y asfixiante de las soberanías nacionales, hasta convertir en símbolos decorativos sus gobiernos visibles, sus parlamentos, sus cortes judiciales, sus himnos, sus banderas.
Períodos breves de liberación económica y política se forjaron en algunas Naciones latinoamericanas, en diferentes momentos de los últimos 200 años; pero, al estar limitados a sus fronteras, no pudieron neutralizar la cruenta presión imperialista y sucumbieron, muchas veces con ayuda de las oligarquías conniventes.
La dominación económica se ha ido consolidando, en la segunda mitad del s. XX, derrumbando la educación popular y penetrando idiomáticamente las lenguas natales.
La distribución de la mano de obra y su calificación han respondido a las conveniencias de las empresas transnacionales, que para prevenir el avance de las industrias nacionales prefieren pagar subsidios a la desocupación.
Con sensible riesgo para las identidades nacionales, el neo-colonialismo estadounidense ha venido reemplazando vocablos españoles por neologismos ingleses, mediante una fuerte penetración cultural.
En la historia de la humanidad, la dominación de los pueblos por los imperios ha culminado con la desaparición de los idiomas nativos y su sustitución por la lengua colonizante.
Las Bases de América Latina, que pueden articularse entre sí para su neoliberación, son los Pueblos Originarios sobrevivientes y todo grupo comunitario, que por su propia historia, comparta con ellos la marginación, la desigualdad ante la ley, la indiferencia de las instituciones, la injusticia, la persecución, el genocidio.
Los Pueblos Originarios de Latinoamérica no reconocen a los Estados nacionales por haberles sido impuestos por la fuerza.
Por aquello, tampoco pueden identificarse con sus símbolos patrios; pues les son ajenos, provenientes de grupos extranjerizantes y de exterminio. Es ésta la razón por la que esta Organización confluye con los Pueblos Originarios en su reclamo histórico por refundar los Estados Nacionales y sus símbolos.
La impostergable necesidad de integración de las naciones de América Latina conduce a una gran coincidencia en consagrar una Confederación de nuevos Estados; con símbolos patrios (himno, bandera, escarapela) confederativos; con su propia Constitución Latinoamericana resultante de las nacionalidades nuevas, en las que los Pueblos Originarios hayan sido partícipes de su refundación.
La moneda única de América Latina, a similitud del euro para la Unión Europea, es el corolario económico de un proceso de integración política y cultural.
Se tiene presente que los Pueblos Originarios confluyeron con los ejércitos emancipadores en el s. XIX para la liberación de los imperios ibéricos; que previamente apoyaron las defensas coloniales contra la agresión de otros imperios; que los líderes revolucionarios concibieron nuevas repúblicas independientes encabezadas por autoridades aborígenes.
La gravitación de los Pueblos Originarios en los procesos de liberación del s. XIX queda evidenciada, entre otros antecedentes, por la redacción de la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas del Sud (San Miguel de Tucumán, 9 de julio de 1816) en español, en quechua y en guaraní.
Las Bases de Articulación de Nueva liberación deben ser necesariamente Latinoamericanas, ante la historia y la vigencia imperialista de los EEUU y de Canadá.
EEUU es el Imperio más cruento y genocida de toda la historia de la humanidad planetaria.
Recordando tan sólo dos agresiones mortíferas del s. XX y dos del s. XXI, se ratifica la imposibilidad de conciliar con el mismo.
En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, el último país en agregarse al ya conformado Eje Roma/Berlín, el Japón, había capitulado, tras el cerco de las tropas aliadas sobre la Alemania nazi, junto al correspondiente avance sobre la Italia fascista.
El Imperio, en fortalecida expansión, entonces puso a prueba su investigación científica para la muerte y la destrucción, arrojando una bomba atómica sobre Hiroshima y, como si ello no fuese suficiente castigo para el Japón rendido, otra sobre Nagasaki. Simultáneamente, el dueño mundial de la violencia irrestricta anunciaba a la humanidad, mediante la destrucción genocida, que él sería en adelante el poder “civilizador” y “libertario” del orbe.
Ejerciendo progresivamente la más arbitraria iniciativa “ordenadora”, por autodecisión, en la segunda mitad del s. XX invadió y masacró al pueblo vietnamita; poniendo a prueba en terreno nuevas armas genocidas, triste avance de la investigación mortífera: las bombas napalm; explosivos, tecnología bélica de punta en su década (1960), dotados por la ideología letal del Pentágono de sustancias químicas volátiles lacerantes de la epidermis humana.
En el s. XXI se proyecta la línea ascendente asesina, destructiva y usurpadora de recursos naturales; al invadir el Imperio estadounidense la nación afgana; vulnerada históricamente por su antepasado el Angloimperio. La usurpación fue precedida de un atentado; para cuyo esclarecimiento no es necesario en ningún país del mundo invadir a otro, en aparente persecución de un dirigente islámico de dudosa existencia física. En tanto la investigación del hecho se ha dilatado fronteras adentro, el invasor imperial extrae recursos gasíferos apropiados contra todo derecho internacional, mantiene atomizada la sociedad afgana y su desorden interno y controla el comercio en origen de la región de máxima producción de cocaína del globo. Siendo EEUU el país de mayor consumo de estupefacientes del planeta, sin estadísticas oficiales, la administración de su distribución asegura los abastecimientos a destinos y el mantenimiento de redes de narcotráfico.
A continuación de Afganistán, el Imperio prosiguió con su política globalizadora de agotamiento de los recursos naturales no renovables más allá de sus fronteras, invadiendo Irak; sin consenso de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y debiendo acallar por asesinato al periodista inglés, que blanqueó la hipocresía de la alianza anglo/estadounidense, al denunciar al mundo que armas atómicas no se hallaron. Este último genocidio se perpetró con avanzada tecnología mortífera; el Imperio puso a prueba en terreno sus bombas en racimo, explosivos integrados por bombas que al estallar desperdigan nuevas bombas y multiplican el alcance de la primera. No obstante estos continuos abusos y violaciones flagrantes de la autodeterminación de los pueblos, el Imperio letal prosigue arrogándose el derecho, que no tiene, de juzgar, calificar y censurar las políticas de libertades públicas y de prensa de terceros países. Mientras las empresas transnacionales yanquis explotan por usurpación el recurso agotable iraquí, por el que deberían haber negociado y pagado regalías a una Nación, ahora neocolonizada, sus fuerzas militares de ocupación monitorean y preservan el caos interno, ejercen totales violaciones de derechos humanos; bajo la máscara impuesta de un gobierno títere pro yanqui.
Las Bases Latinoamericanas de Articulación, con concurrencia de la ONG, son Sociales, porque sus medios de vida, sus mecanismos de reclamo, sus dinámicas organizativas, son pacíficas y se asientan sobre consuetudinarias prácticas, acordes con sus tradiciones más antiguas; carentes de violencia armada, de violaciones a los derechos humanos, de toda acción directa al margen de las instituciones vigentes.
El respeto a las leyes no se contrapone con la filosofía de modificación y transformación de las mismas, como necesaria evolución de las estructuras políticas, sociales y económicas.
La estructura política de los Estados occidentales contemporáneos está alcanzando los 250 años de edad, partiendo de su nacimiento en la Revolución Francesa de 1789. Sus limitaciones estructurales, no comprendiendo a los Pueblos Originarios del continente ni a los sectores sociales ajenos a la burguesía demoliberal, los ha conducido a un franco agotamiento de sus posibilidades institucionales.
La estratificación social, generada por aquellas estructuras políticas, jamás incluyó formalmente a los Pueblos Originarios; marginando a los trabajadores asalariados, a las comunidades rurales, no propietarias de sus tierras en producción o en ocupación de numerosas generaciones; abandonando a su propia suerte a la franja de desocupados, resultantes de las contracciones industriales y de servicios, orientadas desde el Imperio.
La economía capitalista ha expuesto palmariamente su esencia competitiva, no solidaria, excluyente de los sectores que ella misma va dejando afuera del sistema por su misma dinámica, destinada a separar los estratos sociales hacia los extremos de pobreza y riqueza. La proyección económica y política del capitalismo, el imperialismo, mantiene en el s. XXI a la humanidad bajo el régimen geopolítico más perverso y asfixiante de toda su historia sobre el globo.
Las tradiciones republicanas, participativas, democráticas, de las Bases Sociales no les impiden adoptar toda medida de fuerza legal, resistir agresiones de grupos de poder por los medios a su alcance, sumarse a manifestaciones convulsivas en casos de defensa de sus Bienes Comunes y derechos o en búsqueda legítima de aquellas transformaciones impostergables, propias de la evolución de la humanidad.
La Articulación de Bases no propende militarización alguna; en la
convicción profunda que las transformaciones se gestan, se desarrollan y se
consolidan mediante preparación y difusión ideológica, con asiento en la
educación y las pautas culturales de los pueblos.
OBJETIVOS
Brindar apoyo desinteresado e incondicional, en la medida de sus posibilidades, a cuanta entidad marginada, relegada, postergada, sometida, violada, perseguida, masacrada, hostigada, esclavizada, se encuentre o se geste en América Latina.
Mediante una regular tarea de articulación horizontal, avanzar hacia la construcción de una red de grupos sociales latinoamericanos y/o internacionales que confluyan con los OBJETIVOS de MANBLAS.
Impulsar, desde la organización, la conformación de los designios
revolucionarios de los emancipadores latinoamericanos del siglo XIX: la
Confederación de Naciones de América Latina; convergiendo para ello en toda
instancia tendiente a la creación de una bandera identificatoria, un himno
confederativo, una sola moneda, una fecha simbólica conmemorativa de las luchas
de doscientos años por la Independencia Definitiva.
LÍNEAS DE TRABAJO
- ORIGINARIOS Y AFRO-DESCENDIENTES
- REVISIÓN DE LAS HISTORIAS OFICIALES DE AMÉRICA
LATINA
- NEO-COLONIALISMO Y EXTRANJERIZACIÓN DE LA TIERRA
- JUVENTUD Y GÉNERO
- REALIDAD AMBIENTAL, SOCIO-POLÍTICA Y ECONÓMICA
DOCUMENTOS DE MANBLAS
- Documentos Científico-Técnicos (DCT)
- Documentos de Revisión Histórica (DRH)
- Documentos de los Cimientos Culturales (DCC)
- Documentos de Realidad Política (DRP)
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