LA SUDAMÉRICA DEL SIGLO XIX
Y
EL ÁFRICA SEPTENTRIONAL DEL SIGLO XXI
Pacho Nazar
Inaugurando cruelmente su
invasión, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)1
realizó la primera intervención de su triste historia de
dominaciones en el continente negro. Fiel a la hipocresía conocida
de los países “desarrollados” del Primer Mundo, el atropello a
la independencia de una Nación tercermundista se consumó en nombre
de “la libertad de un pueblo oprimido por un dictador”. Libia
cayó bajo el fuego mortal más potente de la segunda década del
siglo XXI, orquestado por la conjunción imperialista que no dejó
ningún Estado “democrático” afuera de su maquinación para la
muerte.
En la segunda mitad del siglo
XIX tres países del cono sur americano se aliaron para derrocar a
“un tirano”, asociando sus potencias bélicas a título de la
“libertad de comercio”. Aquel Paraguay de las únicas acerías de
Sudamérica sucumbió a los cañones “libertarios” de Brasil, del
Uruguay y de la Argentina.
Ambas “hazañas” contra la
declamada e incumplida Autodeterminación de los Pueblos se
perpetraron genocidio mediante. Ambas contaron con Estados “hermanos”
fraticidas. Ambas fueron contra los auténticos intereses de los
pueblos supuestamente “liberados”. Ambas fueron funcionales a las
exigencias mercantiles e industriales de centros de poder imperiales.
Ambas contaron con el perverso apoyo de minoritarios grupos de poder
seudo-nacionales, más afines a los negocios de sus empresas que a
las necesidades de sus ciudadanos a los que proclamaron
“representar”. En ambas estuvo involucrada la Gran Bretaña.
Los Aliados Árabes contra
la Independencia Libia
Las principales fuerzas
internacionales en la intervención a Libia fueron las de la OTAN,
con más de siete mil quinientas misiones aéreas fatales. Los
vecinos nor-africanos, que enviaron aviones para la muerte, han sido
Jordania, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Katar: tres pequeñas
monarquías hereditarias. Los EAU son una federación de siete
emires. Jordania permite un parlamento de poder limitado. Katar,
emirato independiente, lideró la coalición africana contra el
Presidente Muhamar Kadafi, proveyendo el combustible, los insumos
indispensables y dinero a los llamados “rebeldes” por las prensa
internacional. El canal televisivo oficial Al Yazeera, de la
monarquía del jeque katarí Hamad Bin Khalifa Al Thani, dio amplia
cobertura a los asesinos de Kadafi y terminó asistiendo al gobierno
neo-colonial, encabezado por un Consejo Nacional Transitorio impuesto
en Libia. Merced a ese jeque pro-yanqui, este Consejo detenta aviones
y sus soldados reciben sueldos del vecino. Naturalmente el jeque se
ganó el reconocimiento del Presidente estadounidense por su
trascendente papel en tender un puente bélico entre la OTAN y el
mundo árabe.
Los Aliados de la Segunda
Guerra contra Libia
Los cuatro Aliados, triunfantes
contra el nazi-fascismo en 1945, reunidos en la localidad de Yalta,
hoy ucraniana, por entonces soviética, dispusieron organizar el
mundo a su arbitrio: entre otras, crear la sanguinaria OTAN para
someter por las armas a sus potenciales enemigos; fundar la
Organización de Naciones Unidas (ONU)2,
institucionalizando el poder en sus manos; intervenir
territorialmente en Oriente Medio mediante el Estado de Israel,
formalizado el 16 de mayo de 1948, fecha del comienzo de la invasión
a Palestina y del puntapié inaugural del sionismo bajo amparo
yanqui. Desde su creación hasta el primer semestre del 2012 el
Estado pro-sionista ha ocupado el sesenta por ciento del
territorio palestino, tiene presos a más de cinco mil
palestinos y mantiene muros discriminatorios aislando sus
tierras ocupadas, sin moderación de su padrino: los EEUU de
Norte América ni de la indiferente ONU.
La alianza de los Aliados de la
Segunda Guerra es fundamentalmente militar pro-bélica para el
sometimiento y la dominación: durante la salvaje invasión a Vietnam
por los EEUU, la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth)
aportaba contingentes de tropa y materiales logísticos; Francia, el
antiguo imperio de la colonia vietnamita, entretanto callaba el
genocidio. La OTAN detenta, al 2012, una década de crímenes
bestiales en Afganistán. En los nueve años de ocupación
militar en Irak por los EEUU, los restantes Aliados no condenaron
oficialmente y el Consejo de Seguridad de la ONU conservó su
inoperante silencio.
Los Cipayos Sudamericanos
del Siglo XIX
A partir de la Batalla de Pavón
(1862), en que la Provincia de Buenos Aires (recordemos que la ciudad
de Bs. As. no estaba federalizada y era la capital del Estado
bonaerense) derrotó a la Confederación Argentina, el Gral. Mitre
dio rienda suelta a su vocación pro-británica. Tal vez un punto
culminante de su cipayismo europeizante haya sido impulsar la
invasión al Paraguay, consagrada en la Historia Oficial como
Guerra de la Triple Alianza, renombrada públicamente, en convención
de primeros mandatarios de la Unión de Naciones del Sur (UNASUR),
por la Presidente argentina (2007-2011) Cristina Fernández como
Guerra de la Triple Infamia. Mitre le solicitó al vencido en
Pavón, Gral. Urquiza, el apoyo militar para la orquestación
fraticida: los caudillos del interior, que habían apoyado a Urquiza
contra el ex Gobernador de Bs. As. Brig. Rosas, en esa ocasión le
manifestaron por boca de López Jordán:
Nunca, General, ese pueblo
(Paraguay) es nuestro amigo. Llámenos para pelear a porteños y
brasileños.
La iniciativa británica de
aquella salvaje maniobra trilateral quedó evidenciada, cuando el
Coronel de la Confederación Argentina Felipe Varela conoció que el
tratado secreto firmado por las Naciones fraticidas se publicó en
Londres en 1866, aunque había sido firmado un año antes en
Buenos Aires y ocultado.
Las deserciones de los soldados
argentinos, negándose a combatir al Paraguay, eran comunes, al grito
de:
¡Viva Urquiza! ¡Muera
Mitre!
En el interior de la Argentina
se sucedían las levas de paisanos para el frente de guerra, en
muchos casos llevados engrillados por su tenaz negativa al
enfrentamiento contra hermanos. Eran apresados por órdenes de la
oficialidad del Ejército Argentino mitrista, con definida
orientación racista hacia mulatos y negros como “carne de cañón”.
Brasil era un Imperio, servil a
Inglaterra, de modo que no cabe el comportamiento de cipayo; pero
Uruguay estaba presidido por un genuino traidor a los ideales del
Gral. Artigas y asesino de más de trescientos gauchos federales,
acampados en Cañada de Gomez, Provincia de Santa Fe, a la espera que
se resolviera la confusión creada en Pavón tras la deserción de
Urquiza: el Gral. Venancio Flores, de triste memoria para los
caudillos.
FUENTES DOCUMENTALES
BIGIO, I.; 2011. Katar Se
Agiganta al Convertirse en el Principal Inspirador Árabe de los
Rebeldes Libios. En Resumen Latinoamericano, Nº 114,
septiembre-octubre 2011, pag. 7. Asociación Latinoamericana de
Cultura Popular. San Sebastián.
GALASSO, N.; 1975. Felipe Varela,
Un Caudillo Latinoamericano. Cuadernos de Crisis, Nº 12. Editorial
del Noroeste S.A.I.C.I. Buenos Aires.
O’DONNELL, P.; 2008. Caudillos
Federales, El Grito del Interior. Grupo Editorial Norma. Buenos
Aires.
El presente Documento puede
reproducirse total o parcialmente, citando estrictamente la fuente.
Todos los derechos reservados.
1“el
ejército de ocupación de Europa llamado OTAN”, cita
correspondiente al periodista Luis BRITTO GARCÍA, en Resumen
Latinoamericano N° 115, noviembre-diciembre 2011, San Sebastián.
2“esa
mafia de las potencias hegemónicas denominada ONU”, ibídem.
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